Por qué gusta tanto el flamenco en Japón

Fuera de nuestras fronteras, es Japón el país del mundo que presenta mayor interés, gusto y pasión por un arte tan nuestro como el del flamenco. Son conocidos los casos de japoneses que se han venido a vivir a España para rodearse de nuestra cultura más flamenca. En las principales ciudades japonesas, no es raro encontrar academias de baile y de cante con gran cantidad de alumnos, que le ponen un empeño increíble. En este artículo, analizamos cuáles son las causas de ese interés por el flamenco en el país del sol naciente.

 

Flamenco en Japón: sus explicaciones

 

El flamenco es visto para los japoneses como algo bastante exótico. A pesar de ser una nación donde la tecnología se exporta, tiene una importante base de tradición y un gran respeto por ella. Para los japoneses, España presenta el atractivo de ser un mundo lejano en el que se vive con pasión, algo que para ellos siempre es objeto de estudio y supone un estímulo importante para ser aprendido.

 

La combinación de cante, de baile y de toque representa para los japoneses un torrente de creatividad y de emociones, que conecta directamente con su cultura. Está muy relacionado con formas de expresión artística propias de allí como los haikus, poemas cortos de tres versos que suelen hablar sobre la naturaleza. Nuestras letras flamencas hablan también de lo cotidiano y se presentan en forma de estructuras de versos de ocho sílabas, como norma general. Los japoneses, cuando quieren aprender flamenco, lo hacen porque van buscando emociones que arraigan en lo más profundo del alma. Tienen un respeto enorme por esta manifestación popular, y cuando se ponen a estudiarlo, el empeño es el máximo.

 

Fue en el siglo pasado, en los años 20, cuando llegaron los primeros cantaores y bailaores a Japón. En principio fue visto como una excentricidad, causó el mismo impacto en nosotros cuando pudimos contemplar el teatro Kabuki por primera vez. Pero ya ahí comenzó a arraigar la semilla por un arte que conectaba profundamente con el espíritu japonés. Fue a partir de los años 60 cuando las visitas de artistas españoles y cuadros flamencos al país del sol naciente se hicieron más frecuentes, y cuando este arte tan nuestro comenzó a calar en la cultura popular, nipona.

 

Las melodías, junto con los enérgicos y sutiles bailes, junto con la destreza de los guitarristas, permitió que muchos aficionados al folclore quisieran descubrir más sobre lo que acababan de ver o de escuchar. Y es que cuando los japoneses perciben la esencia del flamenco, lo estudia muy en serio. De hecho, no dudan en trasladar su residencia, si su economía se lo permite, a conocer con más detalle qué es eso del flamenco, a vivenciarlo y expresarlo a su manera. Y tenemos buenas muestras de artistas japoneses, que es prácticamente imposible de diferencia con respecto a nacionales.

 

El caso más llamativo es el de la cantaora nipona Yuka Imaeda, que ya hace años se trasladó a Andalucía, concretamente a Jerez de la Frontera, para aportar su arte. Solamente hay que verla cantar y moverse para comprender que el flamenco no presenta ningún tipo de barrera, y que es una expresión universal.

 

España siempre está de moda en Japón

 

Nuestro país siempre ha tenido una especial conexión con el lejano oriente. De hecho, en el siglo XVIII se establecieron en Coria del Río algunos habitantes de ese lugar, y es una huella que sigue presente. España siempre ha supuesto un enorme atractivo para los japoneses, ya que saben apreciar de una manera muy respetuosa, nuestra cultura, no solamente la flamenca, sino el arte, en todas sus expresiones, en arquitectura, pintura o incluso, en la moda. La gastronomía también supone un vínculo de conexión muy importante entre ambos países.

 

Si bien nosotros estamos comenzando a descubrir las bondades de la dieta de los japoneses, basada principalmente en el pescado fresco, ellos adoran nuestros productos como los quesos, embutidos o vinos. La cultura de la tapa y de la vida en la calle también es un gran atractivo para los habitantes de Japón. Y el flamenco tiene mucha conexión en eso, ya que no hay nada más típico que escuchar a un cantaor mover a una bailaora con una copa de vino por delante y un plato de buen jamón.

 

La conexión entre ambos países se mantiene unida en gran parte, gracias al flamenco y seguimos recibiendo a ciudadanos de Japón, deseosos de conocer más sobre nuestro arte centenario. Además, consiguen aportar un punto de vista diferente y han dado a nuestra particular idiosincrasia flamenca un rictus de seriedad y de disciplina que era muy necesaria. Basta poner el ejemplo de cualquier guitarrista japonés, son tan disciplinados, que en un tiempo relativamente corto adquieren un nivel muy alto. Una fusión en la que todos salimos ganando.